Un paseo por un desierto rojo (Wadi Rum, Jordania) #RelatoDeViaje

Un día antes había atravesado el desfiladero de El Siq. La puerta de entrada a Petra fue también una puerta de entrada simbólica a Jordania, y para mí, a una nueva colección de lugares de aquellos que tienen parámetros únicos. No hay parangones, no hay parecidos ni similares. Sólo comparaciones que resultarían demasiado odiosas y sin sentido. Hay muchos desiertos, pero sólo hay un Wadi Rum. Sólo uno de arenas rojas, valles de montañas desintegradas en arenisca, acantilados redondeados y fantasmas merodeando.

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Eso de trasladarse a otro planeta, o a su versión silenciosa, inmensa, una extensión de arena roja, fina, intensa. Ríos de arena entre gigantes de roca que emergen, promontorios imponentes y erosionados por miles de años por el viento, y por la lluvia que aunque no lo parece, en algún momento del año se atreve a caer. A veces llueve en Wadi Rum. Como a veces emergen sus fantasmas, sus leyendas, sus huellas milenarias. Por momentos, confunden las siluetas de turistas en camello como si fueran caravanas de mercaderes, o beduinos.

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Hay rutas que están invadidas por turistas que persiguen aventuras a destiempo. Pero también, hay rutas desoladas y silenciosas, despojadas de turistas, y excedidas de arena, de belleza. Hay quien se atreve a decir, que es el desierto más bello del mundo. Le dicen Uadi Rum, o Wadi Rum, o Valle de la Luna. Le dicen el desierto rojo, un paseo que se puede hacer de mil formas, que se puede extender en una tarde, en un día, en varios. Un desierto que se puede dormir en campamentos montados para turistas, que se puede sentir como una noche más del siglo XXI, o del siglo XV, o del que nuestra imaginación nos deje transportar.

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Uadi Rum significa valle alto o elevado en arameo, parte del hogar de nabateos, de beduinos que aún esperan con el té a punto a sus invitados. Visitantes de cámaras colgadas y protector solar en el rostro, que tal vez como yo, se sorprenden con petroglifos en paredes rocosas, o al encontrar huellas de culturas incluso anteriores al islamismo.

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Y créanme, no hace falta saber de historias, de Lawrence de Arabia para sentirse en un lugar especial. No hace falta saber de leyendas, ni ver largometrajes en que Wadi Rum se torna un paisaje de película. No hace falta tanto, aunque no lo desmerezco. Un valle desértico en una región de montañas de granito y arenisca que pueden alcanzar los 1854 msnm, aunque no lo parezca. Un desierto que pertenece a éste planeta, aunque no lo parezca, es suficiente. La naturaleza, una vez más divagando con sus parámetros. Sólo hace falta dejarse maravillar, sin hacer ningún esfuerzo.

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Nota: Wadi Rum es hoy una de las principales regiones y atracciones turísticas de Jordania, a penas unos 60 kilómetros de Aqaba, en el Mar Rojo. Se visita sobre todo en tours, organizados mayormente por beduinos de la tribu Zalabia, que ofrecen todo tipo de actividades en el desierto, en la modalidad de turismo aventura o ecoturismo. Se pueden realizar paseos en 4×4, camellos, en globo al amanecer (si el clima sintoniza con la calma del viento). Se puede dormir en campamentos beduinos, almorzar o cenar en restaurantes beduinos, o simplemente tomar un té en campamentos atemporales, hasta desconectarse del mundo.

El recorrido a Wadi Rum y a Jordania fue parte de un viaje para bloggers organizado por VisitJordan.

Como llegar: el vuelo a Jordania desde Madrid fue a través de Royal Jordanian, unas cuatro horas directas hasta Amman.

Un comentario de “Un paseo por un desierto rojo (Wadi Rum, Jordania) #RelatoDeViaje

  1. Alberto Gambón dice:

    Hola Matías:
    Hace mucho que soy seguidor de esta página. Me encantan los lugares del mundo que nos presentas y todas las fotografías que seleccionas para ilustrarlos.
    Bueno, pues resulta que el día 13 volvimos mi mujer y yo de hacer un recorrido por Jordania, y al ver tu reportaje sobre el Wadi Rum, evidentemente lo pinché. Pues cual es mi sorpresa, que en la fotografía número 15 aparecemos los dos justo en el centro de ella. Mi mujer es la de amarillo y yo estoy a su lado con una camiseta blanca.
    Yo mis fotografías las cuelgo en Panoramio, y en una de ellas, aunque algo pequeñito, te he localizado por la ropa que llevabas.
    Gracias por todo, y continuaré visitando grandes lugares del mundo junto a ti.

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