Lípari es la capital del archipiélago de las islas Eolias. Aunque por su importancia, al conjunto de islas también se las conoce como Islas Lipari, precisamente por ser la ciudad más poblada en un conjunto (de islas) poco poblado y de origen volcánico.
(*) Imágenes Matías Callone
La ciudad principal es una especie de «pequeña Italia», donde se conjugan rasgos que hacen imposible pensar que no estemos en otro país que no sea Italia: restaurantes que ofrecen pasta (y más pasta y pesto), niños jugando al fútbol en las calles, ambiente de aldea de pescadores en torno a la marina.
Como en tantas islas de esta zona del mediterráneo, no hay cultura que no haya dejado su huella. Para empezar Lipari cuenta con una acrópolis griega en un promontorio donde se asientan las principales edificaciones antiguas. Posteriormente estuvo en manos de cartagineses, romanos, bizantinos, normandos…o bajo el asedio de piratas. De cada tramo histórico quedaron huellas e historias por contar.
De todo ese pasado y choque de culturas quedaron restos arqueológicos que fueron rescatados del mar y hoy integran el Museo arqueológico (uno de los más importantes en Italia en arqueología submarina). Este museo funciona en el mismo Castillo de Lípari, la fortaleza que ha resistido asedios por siglos (aunque también ha caído ante otros) en lo más algo del promontorio amurallado.
La catedral actual en la Acrópolis es el resultado de la reconstrucción del siglo XVII, y está acompañada en el promontorio por dos iglesias, una de origen medieval (Addolarata) y otra llamada la Inmacolata.
A ambos lados de la Acrópolis se encuentran ensenadas que hacen de puerto y marina.
La siguiente foto la hice desde la Acrópolis hacia una de las Marinas, que son algo así como las postales más famosas de Lípari. El embarcadero rodeado de casas de marineros es un paisaje como mínimo pintoresco. Y desde el puerto se puede conectar en ferry con otras islas Eolias como la de Vulcano, o incluso con Sicilia.
Si descendemos por esta larga escalinata terminaremos saliendo de la parte antigua amurallada para entrar a la parte más turística de la ciudad.
La calle comercial de Lipari no es tan extensa, pero sí es animada y llena de tiendas y restaurantes:
Y ya en la parte baja, se respira el ambiente portuario con los coloridos botes de pescadores.
Muchos de quienes visitan Lipari utilizan la ciudad de base para explorar el resto de la isla, llegar a otros pueblos, playas, o incluso descubrir paisajes tan inusuales como la playa blanca con su singular color turquesa. Esta playa es el resultado de la erosión sobre la antigua mina de piedra pómez. Si lo deseas puedes buscar alojamiento en Lipari (**) y hacer base allí para recorrer las Eolias.
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Ideal para recorrer los paisajes abruptos por senderos, en bicicleta, moto o en coche de alquiler, muchos eligen hacer la vuelta a Lípari por una carretera de unos 30 kilómetros que lleva a los principales miradores y atractivos. O bien seguir recorriendo en ferry isla por isla, cada una con sus parecidos, pero también con sus singularidades. Otra de la belleza italiana que recomiendo conocer en los días de temporada intermedia (de mayo a junio y fines de agosto hasta fines de septiembre) con al menos una semana de disponibilidad para disfrutar no solo de sus paisajes, sino además de sus playas.
(*) Imágenes Matías Callone (bajo licencia Creative Commons) (**) Este post contiene enlaces salientes donde contratar servicios de terceros que recomendamos sin ningún costo extra para nuestros lectores.