La fortaleza de Masada es un sitio arqueológico en Israel que hoy visitan miles de turistas cada año. Este lugar de enorme valor histórico, testimonio de conflictos pasados, estuvo oculto y olvidado durante más de mil años en una meseta que se eleva sobre el Mar Muerto. Allí en lo alto, invisible para quienes intenten buscar vestigios de esta ciudadela desde el nivel del mar salado, están los restos de palacios, fortificaciones y templos «colgantes» en la región oriental del desierto de Judea.
Imágenes (*) Matías Callone excepto la indicada
Masada es una de las visitas que hacer en una visita a Israel. Uno de los lugares increíbles que esperan en este país pequeño pero con ese territorio suficiente para ser un destino asombroso. Masada (o Massada) es un yacimiento arqueológico que requiere llegar de dos formas: o a pie después de un largo sendero en ascenso, o simplemente utilizando el moderno servicio de teleférico.
Masada está reconocido como Patrimonio de la Humanidad por parte de Unesco por su valor arqueológico e histórico: fue el último punto de resistencia en la Gran Revuelta Judía ante el asedio de la fortaleza por parte de las tropas romanas. Aunque finalmente fue derrotada, la defensa y actitud heroica de quienes la defendían es hoy un hecho de un enorme valor simbólico para el actual país de Israel.
La fortaleza domina todo el paisaje desde lo alto a solo 5 kilómetros de la costa suroccidental del Mar Muerto: la meseta se parece a un gigantesco mirador, a unos 450 metros de altura sobre el nivel del mar salino (que siendo una de las depresiones más marcadas, no es el nivel del mar precisamente), con unos 700 metros de largo por 300 de ancho (todo el espacio que hay por caminar para ir dimensionando este conjunto arqueológico, las ruinas de esta ciudadela amurallada de un modo natural por acantilados de 400 metros de alto y con dos accesos naturales).
Imagen Andrew Shiva / Wikipedia /
Masada es un paseo por un paisaje fascinante, por momentos difíciles de clasificar, con vistas fantásticas hacia el Mar Muerto.
Desde los pasajes, o desde el telesférico, las vistas siempre se ganan la atención:
Una vez en lo alto, el borde de la meseta está delimitado además por las antiguas murallas:
Y entre murallas, empiezan a asomar construcciones, muchas de ellas excavadas o restauradas:
La historia del redescubrimiento de este sitio arqueológico nos lleva desde el abandono total por más de mil años, hasta la llegada de exploradores occidentales en el siglo XIX. Desde entonces se inician las investigaciones, excavaciones y restauraciones hasta nuestros días.
Recorrer Masada puede tomar una a dos horas por sus dimensiones, y siguiendo el itinerario señalizado, se pude acceder a los distintos espacios: viviendas, cisterna, palacios, baños públicos, el caldarium (baños termales), los almacenes. Incluso es posible observar estructuras construidas durante el asedio romano.
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Es asombroso como se han recuperado parte de mosaicos, especialmente en palacios:
Caminar entre los enormes almacenes que proveían la población con capacidad para estar aislados por meses en un lugar de por sí inhóspito:
En esta imagen se puede ver un pozo de la cisterna de agua:
Incluso, reconstrucciones de los restos de un templo:
Masada es una de las buenas visitas a hacer en Israel, un destino que pude recorrer en nueve días.
Para finalizar, aquí puedes ver el post con el detalle de mi viaje de nueve día por libre en Israel.
(*) Imágenes Matías Callone bajo licencias Creative Commons (excepto la indicada)
Encontré fascinante todo el aprendizaje de todas estas ciudades y monumentos.
Así es Leonor, es una lección de historia cada ciudad por esta zona 🙂