La singular ciudad libre que está en el corazón de Copenhague y «fuera» de la Unión Europea (Christiania)

Hay un rincón dentro de Copenhague que se considera como «fuera de la ciudad» (según sus habitantes está afuera de Copenhague, de Dinamarca, y hasta de la Unión Europea). Un distrito libre y con sus propias reglas, en un espacio abierto que combina naturaleza y vegetación junto a un río y parque encantador, con tráfico de bicicletas en vez de coches, y habitantes residentes con una filosofía de vida muy particular. Un sitio que muchas veces es un gran dolor de cabeza para las autoridades danesas por diferentes razones.

Se llama Ciudad libre de Christiania, y aunque técnicamente es un barrio, para sus habitantes no se considera un barrio, sino una comunidad independiente autogobernada.

La búsqueda de independencia de sus habitantes es tal que el ingreso a la comunidad (ocupando un antiguo cuartel militar abandonado) se anuncia como si entraras a una región independiente. Y a la inversa, al volver a salir por las puertas de la comunidad un cartel anuncia que estás volviendo a la Unión Europea (porque tampoco se consideran parte de la UE).

Así de particular es Christiania. Claro que en términos formales nada de esa independencia territorial sucede, sino que se trata de anhelos no concretados de sus propios habitantes reafirmado con simpáticos carteles.

(El cartel que indica la salida de Christiania: «You are now entering the UE»)

Antes de seguir, no te pierdas el post con la guía para visitar Copenhague:

https://101lugaresincreibles.com/2019/07/copenhague-la-capital-feliz-de-dinamarca-guia-y-consejos/

Pero el mundo de Christiania tiene muchas singularidades que lo hacen además de un sitio curioso para visitantes, un atractivo turístico de la ciudad. Tan turístico y atractivo que sobre paredes donde se sobreponen graffitis y arte callejero, hay un mapa muy cuidado indicando sus sectores y calles:

Como se puede ver, Christiania está situado en torno al río, por lo que es muy fácil orientarse. En el centro de Copenhague hay agencias que ofrecen tours guiados por la comunidad libre, pero también se puede visitar por nuestra cuenta sin ninguna complicación.

Si caminas desde el centro de la ciudad, y nada lejos del emblemático y colorido puerto de Nyhavn (una de las mayores atracciones de la ciudad de Copenhague), en apenas cinco minutos estarás en las puertas de Christiania. Una de las entradas principales es la que encabeza el post con su famoso cartel, pero también hay otra entrada muy fotogénica por su arte mural:

La Ciudad libre de Christiania (o en danés Fristaden Christiania) abarca unas 34 hectáreas en el barrio de Christianshavn, en lo que era un antiguo cuartel militar abandonado y reocupado en el año 1971 por un grupo de padres que simplemente querían un lugar amplio de juego para sus hijos. La ocupación del lugar se torna un desafío: había que buscar un modo de reutilizar el espacio desperdiciado que resulte convincente para las autoridades. Así se inicia un debate que deriva en lo que hoy es Christiania.

Si quisiéramos indagar sobre la filosofía de vida que rige desde sus comienzos este asentamiento, hay que profundizar sobre el movimiento cultural y político provo (una contracultura anarquista nacida en Holanda, y que entre sus métodos contemplaba la utilización del sentido del humor para cuestionar las convenciones sociales rígidas de entonces). Parte de este movimiento se apodera de las líneas que rigen la vida de la comunidad de Christiania: el uso de la bicicleta, el consumo libre de marihuana, la vida descontracturada y en sintonía con la naturaleza.

Lejos de aquel paisaje de hace más de cuatro décadas que imagino desolado, hoy las calles de este complejo están concurridas y coloridas de un modo muy singular:

Pero además de sus calles principales, hay otras transversales que llevan a las zonas residenciales entre una vegetación en estado bastante rústico. Las plantas son respetadas y parecen crecer con la misma «anarquía» (yo lo llamaría libertad verde) que profesan los residentes:

Seguramente el mayor punto de conflicto con las autoridades tiene su epicentro en la llamada Pusher Street (la calle del vendedor de estupefacientes), que a día de hoy, es la más animada del asentamiento. Es la parte del barrio que le ha dado más fama: allí es usual la venta de drogas blandas, especialmente marihuana y hachís.

Sobre esta calle en especial, está estrictamente prohibido tomar fotografías (por directiva de sus propios habitantes), por lo que todas las fotos que verán son de áreas del entorno. Lo cierto es que los continuos controles policiales por la venta de drogas más duras, han conseguido con los propios habitantes o vendedores prefieran mantenerse lejos del conflicto: hay un pacto no establecido en el que no se penaliza la comercialización y consumo de drogas blandas.

Más de cuatro décadas después, el lugar es todo un experimento social bajo la iniciativa de un movimiento cultural que hoy suma más de 1.000 habitantes. Los conflictos con las autoridades también se centran en la normalización del estatus legal del asentamiento.

Y mientras Christiania ya tiene vuelo y forma propia: sumergido en sus propias reglas, sus habitantes decoran sus casas con mucho arte (o las dejan en manos del arte callejero).

Pero Christiania va mucho más allá de un punto donde se comercializan drogas blandas con libertad, y donde se permite el consumo (es muy común ver gente fumando en el llamado «distrito verde»). También hay tiendas, bares, sitios donde comprar souvenirs, centros culturales. Y hay muchos lugares donde encontrar sintonía con un estilo de vida alternativo: tiendas de artesanías, restaurantes veganos.

Y hay un plus más que hace que este experimento sea un atractivo turístico: también es posible comprar bebidas y alimentos a precios muy bajos en comparación a lo usual en Dinamarca, y es que aquí funciona una especie de Tax Free no declarado (no hay impuestos por defecto).

Así que si estamos de turistas por la ciudad de Copenhague será imprescindible pasar por este lugar, caminarlo, sorprenderse por todo lo explicado y disfrutar de sus precios «reducidos». Y hasta seguro nos da tiempo para sacarnos una foto:

Otro atractivo es caminar las zonas residenciales y ver en detalle las casas hechas a la medida de cada habitante, el uso de objetos reciclados, el arte en las paredes. Es algo así como un experimento social y muestra de arte callejero en todas direcciones.

Por su parte, la ardua negociación con las autoridades para resolver el status legal de la propiedad de los terrenos (pertenecientes al ejército) toma varias décadas. Desde el año 2012 los habitantes fueron comprando gran parte de los terrenos al gobierno de forma comunitaria, es decir que la propiedad pertenece a un colectivo y no pueden venderse de forma privada. Así, el autogobierno de Christiania administra los terrenos de forma que puedan servir a los residentes del lugar.

Muchos terrenos se alquilan para viviendas, y ese dinero recaudado se reinvierte en el mantenimiento del lugar.

Para finalizar con el recorrido fotográfico los dejo con una breve galería de mi paseo por Christiania:

Hay muchas bicicletas (aunque esto también aplica a Copenhague). Y mucho arte callejero. Cada pared está intervenida:

Las bicicletas son el medio de transporte oficial del asentamiento, y las verás en todas direcciones:

En este «utópico» rincón del mundo, en uno de los países con más calidad de vida del planeta como lo es Dinamarca, es posible que conviva este modelo de comunidad, donde las puertas permanecen abiertas de modo literal (porque todos son bienvenidos, porque no creen en la propiedad privada, y porque compartir es un modo de entender la vida).

Tal vez sea además de una recomendación (visitarlo), la oportunidad de conocer uno de los puntos más singulares de la vida en comunidad dentro del Viejo Continente.

(*) Todas las imágenes pertenecen a Matías Callone y están bajo licencia Creative Commons, lo que significa que se pueden compartir siempre citando el nombre del autor, y enlazando al post y al álbum de fotos original en Flickr.