No leas esto si querés vivir de un blog (de viajes)

Si querés vivir de un blog no sigas leyendo esto. Si querés que te cuenten que es un camino de ida a una vida de felicidad laboral, tampoco sigas. Si querés enterarte que escribir un blog es lo más y te la vas a pasar tirado en una reposera en la playa, deberías leer otros posts, no este.

Mientras sale este post hace dos días me decían que este blog lo uso para catarsis y yo daba la razón. Llegar un blog (de temática viaje) no es lo cool que era antes, digo, llevar un blog del que pretendas vivir. Si querés transmitir que es fácil tenés que mentir mucho. Mientras escribo esto Facebook te explica que cada día que no es cool ser tu propio community manager mientras te la complica cada vez más con sus algoritmos. Ya casi nada es gratis en ninguna parte. Si querés jugar grande tenés que invertir grande, y si querés jugar mediano, tenés que invertir tu vida en el blog.

Llevar un blog del que quieras vivir hoy es esto: escribir al menos un post al día, responder comentarios y preguntas insólitas de lectores que no siempre leen el post porque les queda más cómodo que les respondas lo que ya está explicado. Enterarte de que es el proyecto AMP (Accelerated Mobile Pages Project) mientras Google te baja la posición en buscadores después de que invertiste en rediseñar la plantilla de tu blog para hacerla Apta para Móviles. Competir con empresas gigantes que invierten miles de dólares en desarrollar contenido que no tienen ni la más mínima idea como van a rentabilizar, pero mientras tanto escalan posiciones en buscadores y hacen que sea más difícil «ser chico». Arreglar cada día algo que se rompe en el blog. Esperar que quienes te ayudan con el código malicioso te respondan al email. Contactar con programadores que no entienden muy bien inglés (?). Detectar vendedores de humo, separarlos del trigo. Aprender que todo lo que toques en el blog genera 25 problemas técnicos exponenciales en cadena. Llegar a tener miedo a cambiar el tamaño de una letra. Depender de la tecnología. Ser esclavo del Wifi, y en un segundo término, de la velocidad del Wifi. Aprender a vivir en la incertidumbre, no saber lo que vas a ganar la semana que viene, sentir que el mes que sigue es más incierto que el final de un libro donde el autor muere antes de escribir el final. Sentir que antes era más fácil, Google más amigo, Facebook más compinche. Pero ahora no hay amigos y cada cual tira para su lado, porque quizás antes tampoco había amigos.

Con el tiempo aprendés: que todos los bloggers, incluso yo, tienen un «detrás de cámara» que muchos se ocupan de no mostrar. Que hay días que no me está resultando nada motivante cuando muchas de las cosas anteriores pasan todas juntas. Que eso está pasando cada vez más seguido. Que en el mundo real nadie te va a tirar un centro, o casi nadie. Que los que más dicen que «te cuentan y te enseñan todos sus secretos bloggers» (si les pagas) son los que más se callan y más ocultan. Que empezar de cero es cada vez más difícil. Que a pesar de todo, no deja de ser posible. Que a pesar de todo sigo haciendo esto y seguiré jugando. Que cuando más cosas consigues, más difícil se hace valorarlas. Que no tengo claro si estoy siendo pesimista o realista. Que llevar un blog es una montaña rusa de alegrías y bajones. Que a pesar de todo amo los  blogs y lo que me permite la tecnología: una vida que era imposible apenas 15 años atrás (o menos). Que siento la necesidad de transmitir que no es cool, ni fácil, ni simple, ni deberías creer en los que venden que todo será fácil.  Que tal vez viajes mucho, o viajes más. Que disfrutarás muchísimo compartiendo un lugar con la gente que te sigue si esa es la intención original de tu blog, una necesidad de contar y compartir, comunicar un destino que te hacía ilusión conocer. Si es eso, entonces adelante.

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