Entrevista: Sobre como lograr que viajar sea un modo de vida (que se transforme en libros)

Juan y Laura viajan con un presupuesto mínimo, pero ese detalle no es «por defecto», sino una decisión que hace al estilo que emplean para recorrer el mundo: entrar en contacto directo con la gente, conversar en un trayecto compartido en una carretera, improvisar caminos, y sobre todo encontrar esa hospitalidad que hace un viaje más intenso. Ambos nacieron en Argentina, se conocieron en «estado viajero», y su viaje por Sudamérica, a juzgar por el resultado final (el libro de publicación independiente escrito entre ambos, Caminos Invisibles) ha sido satisfactorio, sobre todo porque el libro que ya ha circulado por puntos remotos de todo el planeta, es una forma amena de aprender en varias facetas: cuentan de la vida (su historia de amor), de Sudamérica y sus contrastes, de experiencias transformadoras, y sobre todo de esa gente que abre las puertas de su vida y sus historias en el camino.

 

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(En un camino Inca en Bolivia)

 

Viajaron más de un año por Sudamérica, y hasta llegaron a los confines del mundo haciendo un anecdótico auto-stop antártico a bordo de un crucero que los aceptó entre sus huéspedes. Tomaron notas en cada camino, y en cada situación. Buscaron la diversidad continental, experimentar los contrastes (geográficos, sociales, climáticos). Llegaron a sitios fuera de las rutas usuales, exploraron un mítico camino inca, se internaron en la selva. Se ganaron la vida en ciudades donde hicieron pequeñas pausas, y claro, tuvieron pequeños percances que no alteraron los planes más allá de la cuenta. Algo de todo ésto (que no entraba completo en su propio libro) nos cuentan en ésta entrevista. Y tanto más se extiende en su libro y en sus blogs de viaje (Juan escribe en Acróbata en el Camino / Laura en Los viajes de Nena).

 

Después de conocerse y de tener diferentes planes viajeros, ¿cómo nace el proyecto del viaje por Sudamérica y el libro sobre ese viaje?

Juan: El viaje por Latinoamérica ya había empezado cuando Lau y yo nos conocimos, y no fue muy difícil decidir que seguiríamos juntos, aunque tuviéramos que frenar para que ella se preparara, y volviéramos a arrancar. Yo acababa de publicar “Vagabundeando en el Eje del Mal – un viaje a dedo por Irán, Irak y Afganistán”, y ya tenía en mente un nuevo libro. Lau también escribía y a medida que avanzábamos en el mapa nos dimos cuenta de que para contar la historia sería necesario embarcarnos en otra aventura: la de escribir un libro de a dos. “Caminos Invisibles” es el resultado de esa odisea, de nuestra historia y nuestros viajes, y estamos muy conformes con ello.

 

De algún modo, al detenerse para escribir el viaje, vuelven a revivirlo. Cómo organizan la edición de ese relato, que partes recortar o incluir.

Lau: Fue lo más difícil, porque como decís, es volver a viajar. Te acordás de cosas al releer tus diarios, te enterás de otras, y ves algunas historias con los ojos más calmos que te da el paso del tiempo. Fue un viaje que duró casi 18 meses, en donde al hablar el mismo idioma potenciamos muchas experiencias. Es duro elegir qué contar y no fue sencillo condensar todo. Tuvimos que dejar varias historias afuera, consensuar, elegir. ¡Y hasta el día antes de mandarlo a imprenta seguíamos indecisos! ¡Si hubiésemos contado todo lo que queríamos el libro hubiese tenido casi 700 páginas!

 

¿Prefieren escribir ese viaje tiempo después, o fueron escribiendo durante el viaje?

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Lau: Hay un poco de todo. Durante todo el viaje escribimos en tiempo real. Juan lleva libretas chicas que saca en cualquier situación para poder anotar frases textuales. (Hay veces que lo que te dice un camionero, o las palabras que usa un campesino paraguayo son más reveladoras que cualquier otra cosa, y tenés que transcribirlas de manera textual). Por otra parte, los dos escribimos el blog en tiempo mientras viajamos, y eso conserva lo genuino del momento, la frescura. Pero nada de eso por sí sólo alcanza para escribir un libro. Hay que organizar y seleccionar información e investigar mucho para poder escribir. Al momento de redactar el capítulo de Antártida, por ejemplo, tuvimos que leer bastante sobre las antiguas expediciones para poder comprender mejor dónde habíamos estado.

 

Llegando a Guyana (752x564) (2)

(El auto-stop tiene mil formas de denominarse, también «viajar a dedo», «pedir el chance», «ir de aventón», «pedir cola»…pero no deja de ser un modo universal de desplazarse / la foto es en camino a Guyana)

 

¿De que modo diagraman el relato del libro en función de lo que va a contar cada uno?

Juan: De antemano suponíamos qué parte iba a querer contar cada uno, porque sabíamos quién de los dos había vivido de manera más intensa cada destino, quién tenía algo más para decir. Yo me sentía más seguro hablando de Medellín y Pablo Escobar, por darte un ejemplo, y Lau vivió de manera mucho más intensa el ritual de la ayahuasca que compartimos con los shuar en Ecuador.

 

Hacia el territorio shuar (752x564)

(El paisaje en camino a territorio shuar, en Ecuador)

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Hay países como Paraguay que en «términos viajeros» son un enigma. ¿Por qué recomendarían viajar a conocerlo?

Juan: Justamente, porque son un enigma. En tiempos de Google Earth, de GPS y demases, explorar es cada vez más una utopía. Países como Paraguay todavía nos dan esa posibilidad de sorprendernos, de disfrutar de lo auténtico, de ir sin saber con qué nos vamos a encontrar. Y con la ventaja, además, de que el pueblo paraguayo es muy cálido y uno siempre se siente bienvenido. Tal vez no haya grandes hitos turísticos, como sí los hay en Perú o en Bolivia, pero la clave está en saber estar.

 

¿Y qué hay de rincones casi desconocidos como Guyana, Surinam y Guayana francesa?

Lau: son como otro continente dentro del nuestro, otro mundo. Es una pena que la mayoría de los viajeros las excluyen de sus itinerarios. No quedan cómodas, eso es cierto, pero son tres países completamente diferentes de lo que estamos habituados a ver: vacas sagradas, dioses hindúes del tamaño de un edificio, centros espaciales y una gastronomía asiática que rompe con el esquema latinoamericano de frijoles con arroz. Todo eso sin mencionar una cultura que tiene sus raíces desparramadas entre África, Haití, la India y Laos, entre otros puntos. Todo es distinto, todo es fascinante. Y lo mejor: no necesitamos visa.

 

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(En el camino Inca en Bolivia)

 

¿Qué nueva mirada tienen sobre el subcontinente después de recorrer Sudamérica? Qué es lo que cambió de la mirada que tenían hacia Sudamérica antes de partir y después del viaje?

Lau: Es una mirada mucho más heterogénea, mucho más rica. Solemos pensar en Latinoamérica como un todo, y lo cierto es que es una tierra muy versátil. Y en esas diferencias, creo, es donde está su mayor riqueza, su fortaleza. Antes de salir, por ejemplo, Colombia era un país. Hoy tengo grandes recuerdos de sus pueblos costeños, de la gente de la sierra, y de las comunidades del eje cafetero, que me permiten ponerle caras y realidades a ese caleidoscopio que es Colombia.

 

En todo viaje habrá momentos buenos y momentos que tal vez es «mejor olvidarlos». En esos momentos de crisis viajera, ¿cuál es el modo de afrontarlos o superarlos?.

Juan: Tuvimos un solo gran momento de crisis, y fue el robo de una de nuestras mochilas, en Venezuela. Fue un golpe bajo, porque perdimos muchísimo, y en esos momentos te sentís desamparado y no sabés que hacer. Costó, pero resolvimos que la mejor manera de enfrentarlo era juntos, poniendo el pecho y aceptando la ayuda de la gente. Nos permitimos los momentos de tristeza y de rabia, pero no nos quedamos en eso. No perdimos nunca de vista que el objetivo seguía siendo el viaje y que, a la larga, esas dificultades son las que te hacen más fuerte y las que después se convierten en historias.

 

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(Con tortugas gigantes en Guyana Francesa)

 

Aunque ya lo cuentan extendido en el libro la no abundancia de recursos económicos no es una excusa para quedarse en casa, a modo de anticipo: ¿cuál es la fórmula económica de sus viajes?

Lau: Gastamos un promedio de U$D 8 diarios, entre los dos. Es una formula ambiciosa, pero se nos dio de manera natural. Somos unos convencidos de que vivir estable es mucho más caro que vivir de viaje, porque en movimiento no tenés cuentas fijas. Además, nosotros no usamos ni transportes (viajamos a dedo) ni hoteles (acampamos o dormimos en casas de familia), por lo que el gasto diario se reduce a las comidas. Llevamos un extra para visas e imprevistos.
Juan: Creo que la fórmula es hacer lo que a uno le apasiona, y en nuestro caso es viajar y escribir. La manera que tenemos que costear el viaje es a través de los libros. En Sudamérica vendíamos copias artesanales en bares, playas, restaurantes. Ahora lo hacemos a través de internet.

 

¿Cuáles son los lugares o paisajes que más impactan en esa colección de Caminos invisibles? ¿Cuáles los sitios que son ineludibles para entender la belleza y complejidad de Sudamérica? (al menos algunos de ellos).

Lau: Si lugar a dudas, la Antártida tiene una huella muy fuerte en el libro. Es el paisaje natural más impresionante que vimos, y eso nos marcó para lo que veríamos después. Cuando estuviste en un lugar donde el verde es una utopía, donde la raza humana no tiene lugar, es imposible no mirar con otros ojos la selva amazónica que conoceríamos después, los colores de los peces del Caribe.
Juan: Hay muchos, pero creo que no me equivoco al decir que este viaje no hubiera sido el mismo si no hubiésemos caminado por las huellas incas en Bolivia, que nos llevaron a conocer las comunidades Jalq’as, si no hubiésemos convivido con las comunidades shuar en el Ecuador o con los menonitas en Paraguay. Es complejo hacer una lista, y cada país tiene sus propios caminos invisibles. Hay que animarse a salirse del mapa, a saltear el libreto e ir más allá.

 

¿Hay países o regiones más o menos difíciles de recorrer? (en términos mochileros).

Lau: En líneas generales, Sudamérica es un buen destino para viajar de mochilero. Hay muchas facilidades, las puertas están abiertas. Se me ocurre que tal vez Guyana Francesa puede ser un país un poco más difícil pero sólo por cuestiones económicas: es absurdamente caro. En cuanto a viajar a dedo, que es como hicimos todo este viaje, el país más duro fue Bolivia, porque el autostop no es normal. Pero tampoco es imposible, ¡hay que tener paciencia nada más!

 

Caminos Invisibles

 

¿Cómo se puede conseguir el libro?

Juan: “Caminos Invisibles – 36000 km a dedo de Antártida a las Guayanas” es un libro independiente. No se distribuye en librerías, lo vendemos directamente a través de nuestros blogs, y mandamos libros a todo el mundo. De esta manera, y gracias a los lectores, podemos decir que viajamos de los libros. Para conseguir un ejemplar, pueden escribirnos a tienda.acrobatas(arroba)gmail.com

 

En la Guajira colombiana - Alta (752x501)

 

También ver en nuestro blog las reseñas de Los viajes de Nena y Acrobata del Camino

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