La Roque-Gageac no es solamente un encantador pueblo francés que llama la atención por el paisaje en el que se encuentra sino que encierra todo el misterio de saber que es una zona habitada desde la prehistoria. Una combinación irresistible que invitamos a desandar en este post.
Las coordenadas geográficas apuntan que La Roque Gageac pertenece a la región de Aquitania, en Dordoña. Como se aprecia, el pueblo creció al pie de un acantilado, a escasos metros del paso del río Dordoña. Esta formación rocosa ha sido encontrada como un hogar acogedor ya por los hombres de tiempos prehistóricos, quienes habían tallado sus habitaciones en el interior mismo de la pared de piedra.
Algunas pistas dieron a conocer la antigüedad de los asentamientos en este rincón de Francia fueron una antigua vía, lo que quedó de la villa y un pozo romano en excelente estado de conservación. Todo apuntó a que pertenecían a la época galo-romana.
A su vez, también se pudo encontrar rastros de épocas cercanas al año 849, tiempos en que los normandos llegaron a Périgord. De entonces quedan restos de fuertes que ayudaban a prevenirse de las invasiones, que eran moneda corriente. Los habitantes eran los vikingos y todo el acantilado era un gran muro infranqueable para quienes osaran querer transgredirlo.
El tiempo pasó y llegaron las épocas medievales. Entonces la vida era algo más pacífica y las personas que moraban en este pedazo de tierra al borde del rio eran aproximadamente 1.500 habitantes. La actividad pasaba por la pesca y el puerto.
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Mucha de la vida social de por entonces giraba en torno a la iglesia que se ubicaba a 1,5 km de distancia, en San Donato. Pasó tiempo para que La Roque-Gageac, por diferentes motivos, los nobles y burgueses decidieran elegirlo como lugar fijo de residencia y, tras ellos, llegaron más personas ricas, letrados, eruditos, y sabios. Todos estos detalles han sido forjando el perfil del lugar: pleno de historia, con matices propios de quienes pasaron sus días aquí y lograron enriquecer con su cultura e historia.
De hecho, tras la Guerra de los Cien años La Roque Gageac volvió a cambiar arquitectónicamente, al sumársele almenas almenas en lo alto de las torres y murallas, de tejados en forma puntiaguda, y de ventanas del estilo de la época.
Si en tu recorrido por este exquisito pueblo al borde del acantilado quieres apreciar este período histórico, tienes que conocer: las ruinas del antiguo castillo señorial de los obispos, los fuertes trogloditas, las murallas de la antigua fortaleza. No dejes de conocer las casas fortificadas de los nobles, principalmente, el caserío de la familia Tarde, en el centro de La Roque Gargeac.
La Segunda Guerra Mundial también dejó su impronta pues fue entonces que un bloque gigantesco de roca se desprendió y cayó sobre las casas, matando gente y provocando importantes daños materiales en lo que se conoce como «la catástrofe de enero de 1957”. Hubo que reconstruir parte de La Roque.. respetando los lineamientos arquitectónicos de lugar.
Por todo este devenir histórico que no solo llenó de contenido histórico sino que fue construyendo la estética del lugar, es que está en la lista de “Los pueblos más bonitos de Francia”. Con todo, La Roque Gargeac guarda una última belleza para deleitar a sus visitantes: un jardín tropical, que está cerca de la iglesia, y que es cultivado por un científico y director de medio ambiente que ofrece un compendio de doce variedades de palmeras, de adelfas, cactus, naranjos, limoneros, etc, toda una sorpresa natural en este pueblo soñado.