Un monasterio colgado sobre un lago, en Italia

En un costado del Lago Mayor, en la región de Lombardía (Varese) se encuentra un monasterio tan bello como antiguo, tan atractivo como cautivante. Es la Ermita Santa Catalina del Sasso (Eremo Santa Caterina), que funcionó como albergue de romanos católicos desde sus primeros tiempos.

Florian Plag

Hay tres maneras de llegar al monasterio. La primera es la más romántica: en ferry y descendiendo al pie del edificio. La segunda, no es para nada despreciable: tomar las escalinatas descendiendo hasta el sitio y, la más moderna y cómoda, tomando un elevador.

Como sea, al llegar los espera Santa Caterina, firme y bella como lo ha estado desde el siglo 14, cuando se levantó a la vera del lago. Los frescos en su interior son más actuales, habiendo sido hechos en el siglo 19.Al visitar la Ermita notarás que está compuesta por tres edificios: el convento al sur, el otro convento y la iglesia principal. Desde principios del siglo pasado, exactamente en 1914, ha sido declarada monumento nacional.

Luca Volpi

Las historias que se pasan de boca en boca por la zona, cuentan que el origen de Santa Caterina del Sasso está ligado a un mercante local muy adinerado que, tras sobrevivir a un naufragio en el Lago Maggiore, decidió crear la ermita y pasar el resto de sus días en esta tranquilidad que lo supo volver casi un ermitaño.

Florian Plag

Luego, este mercante llamado Alberto mandó edificar la capilla y la consagró a Santa Caterina de Egipto, que es la figura que aún hoy se puede puede ver al fondo de la iglesia. Durante los siglos, la Ermita ha tenido momentos de decadencia alternadas con breves periodos de mayor desarrollo.

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Derecho de autor: Horst Lieber via Shutterstock

Lo más llamativo ha sido cuando, en siglo XVIII, cayeron cinco enormes piedras «bailarinas» encima de la iglesia. Muchos se refieren a este hecho como a un milagro, ya que las rocas quedaron atrapadas en la bóveda de una capilla. No solo no dañaron a nadie sino que, además, quedaron suspendidas en ese lugar durante casi dos siglos. Recién en 1910 terminaron por perder el equilibrio y desarmarse contra el suelo.

Yareeh

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