La Reserva Esteros del Iberá es un lugar de una belleza distintiva, sus paisajes se ofrecen casi humildes, como si no reconocieran la inmensa sensación de paz que transmiten y la aún más inabarcable biodiversidad que acunan.
Se trata de una de las reservas de agua dulce más importantes de Sudamérica y sus 1.300.000 de hectáreas son reservorio de la más variada vida silvestre, que es celosamente custodiada para su preservación.
Estos espejos de agua estancada que llamamos esteros suelen tener entre 1 y 3 metros de profundidad, y lo más llamativo es que al estar estancada la corriente permite que en su superficie proliferen plantas acuáticas. El colorido que le da la flora, como el aguapé, irupé, el repollito y la lenteja de agua, es maravilloso.
Del sistema de lagunas, la del Iberá es la segunda más importante (53 km2) y el epicentro de la Reserva, por ello se nombró a la zona con su nombre. Sobre ella se encuentra la Colonia Carlos Pellegrini, un apacible y pequeño pueblo donde las costumbres retrotraen a otras épocas y donde caminar por calles de arena .
El paseo infaltable es en lancha o canoa por la laguna Iberá, por donde un baqueano conduce a los visitantes por las aguas y sus recovecos, quien con su inconfundible saber permite poder ver en su hábitat a los yacarés negro y overo; a los lobitos de río -declarado monumento natural provincial –; a los aguarás y ciervos de los pantanos y a algunas de las 300 especies de aves.
También, navegando por los esteros podemos ver a la venenosa víbora yarará y a las culebras ñacaniñá y boa curiyú, conocidas por lograr matar a sus presas con su poder de prensión.
Cada vez son más los turistas que eligen quedarse en Colonia Pellegrini para disfrutar de los esteros, ya sea en el camping municipal, o en las hosterías y hospedajes tradicionales.
El eco-turismo no pudo haber elegido un mejor lugar para desarrollarse: excursiones hay de día y de noche, por agua y por tierra. Todas garantizan el avistaje de nada menos que 4000 especies silvestres en su entorno natural.