Situado a 45 kilómetros al norte del oasis de Farafra, al oeste de Egipto, se encuentra el conocido como Desierto Blanco, uno de los principales atractivos del lugar. El desierto tiene un color blanco-crema, y está salpicado de enormes formaciones rocosas de «tiza» modeladas por las tormentas de arena de la zona. Es inevitable pensarlo, parece un sitio de «otro planeta»:
Caminar entre las monumentales esculturas de piedra caliza puede ser una experiencia increíble, mejor aún si se programa un atardecer con anaranjados rayos de sol acariciando las columnas blancas del lugar para completar la jornada con una noche durmiendo bajo las estrellas:
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Farafra, el pequeño poblado, tiene un estimado de 5000 habitantes y es habitada principalmente por los locales beduinos. Es el punto de partida para una visita ideal al Desierto Blanco de una jornada con noche incluída. Hacia marzo y abril, el clima es el ideal, y las noches no son demasiado frías.
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