Un atardecer en naranja en Finlandia #RelatoDeViaje

Alguna vez he pensado en dedicar una entrada especialmente a un atardecer, pero siempre me lo he negado. Lo pensé seriamente aquella vez en Colonia del Sacramento, Uruguay, cuando el sol regalaba uno de los mejores atardeceres que había visto. Pero en mi mente, el atardecer es el momento de la foto fácil y bonita. La luz es ideal para cualquier foto, las tonalidades del cielo, el reflejo en el agua, la hora dorada. Casi podría elaborar la teoría, esa de que cualquier foto de un atardecer en un lugar «x» siempre sale bien.

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Hasta hoy, siempre me había resistido a dedicar una entrada a un atardecer. El problema de éste atardecer finlandés, que pude apreciar en Kimitoo (mientras practicaba el arte de no hacer nada en una cabaña en un bosque junto al Mar Báltico) es que no sólo se veía demasiado idílico, sino que además, parecía ser parte armoniosa de un paisaje que se completaba con esa tenue luz anaranjada, la misma que pintaba las nubes de tormenta. El atardecer perfecto, no era un momento que desentonaba con las islas, los bosques, con la vida y el estilo del lugar. Era parte de todo eso.

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Parecía un capricho: la primera noche en una cabaña finlandesa después de un día de lluvia, disfrutando eso de no hacer nada, o hacer casi nada desconectando cuerpo y mente de todo lo que el mundo moderno nos transmite, con sus toxinas de cemento, sus bytes. En contrapartida, la lluvia, el silencio, el viento que se oye distinto en un bosque. Me había prometido caminar por el lugar antes de que oscurezca, aunque llueva. Pero no había esperado lo que se ve en cada foto.

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Los árboles aún goteaban. El suelo escurría los excesos de agua. Mirando hacia la costa, una luz naranja batallaba las nubes. Y el atardecer tuvo un claro ganador: el sol. Se apoderó del mar, del bosque, de las nubes. Triunfó el naranja que a todo lo impregnó de su matiz. No podría haberme negado la oportunidad de quedarme sentado, de escuchar la suavidad del Báltico golpeando esas rocas. Mirando a un lado el bosque, y hacia otro, el atardecer al que casi siempre le niego las fotos. Ésta vez el atardecer me había ganado.

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*El viaje a Finlandia es parte de un blogtrip por invitación de VisitFinland

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