No estamos cerca de Navidad, pero bien podríamos empezar a programarla en un pueblo como Røros, o al menos, refrescar la vista mientras el calor veraniego nos sofoca desde otro punto distante del planeta. Tampoco es que Røros esté cerca de la aldea de Santa Claus, o sea parte de una leyenda navideña. Se trata de un municipio y localidad noruega que parece congelada en el tiempo, con sus decenas de pequeñas casas de madera históricas en un paisaje ondulado y boscoso que bien podría protagonizar un cuento navideño.
Røros es un pueblo que nace hace varios siglos en torno a una granja, que crece en torno a la explotación minera hace varios siglos y que a pesar de su larga historia, hoy conserva mucho de su aspecto medieval, un mérito que junto con la historia de la actividad minera ha sido reconocido como parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Si la idea entonces, es pasar una navidad gélida, hay que estar preparados para temperaturas medias de -11°C, aunque a veces el termómetro puede bajar bastante más.
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El auténtico «gato de las nieves» (?)
Y el pueblo en verano, cuando el manto blanco se cambia por días más luminosos, coloridos, y techos de hierba:
Eaglestein
SaraBritta Jadelius
Arnstein Ronning
Røros está comunicada por vía aérea con Oslo, con vuelos regulares, la forma más práctica de arribar. Con su aspecto invernal, bien tendría que ser parte de nuestra lista de pueblos que parecen sacados de un cuento de Navidad.