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Se llama Caldera de Rabaul, y realiza erupciones más violentas cada pocos años, las últimas en el año 2010. Es un estrato-volcán, uno de los paisajes más inusuales y singulares de Papúa Nueva Guinea. En realidad, una caldera con varios conos volcánicos entre los que se cuentan el de Tavurvur, que lanza cenizas sin pausa. Desde el año 1994, la ciudad más cercana al volcán, la propia Rabaul, se convirtió en un sitio bastante degradado, al ser trasladada la mayor parte de la población a Kokopo.
Entre tanta actividad, las erupciones han dejado huella en forma de desolación. El terreno del entorno de la caldera se ve oscuro, y sin demasiadas señales de vida, en un sitio que antes de la gran erupción de 1994 se podía ver bastante fértil. Incluso, la ceniza acumulada se encuentra con la costa conformando curiosos médanos:
A pesar del aspecto y la actividad, la zona del volcán Rabaul es apta para visitar, aunque leyendo según distintas fuentes, no es un destino tan recomendable por la seguridad.
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Al alejarse un poco de la caldera volcánica, gana la batalla la vegetación frondosa y el aspecto de paraíso más propio de éste país tropical. Antes de la erupción, era un destino apreciado por sus opciones para escalar los volcanes o disfrutar de la costa incluso buceando entre corales. Sin embargo, es un sitio que vive en permanente estado de alerta y a merced del «buen humor» del volcán, que es monitoreado permanentemente.