«Bastantes fronteras hay ya en el mundo como para ponerme más voluntariamente»

Hay mil formas de viajar por el mundo. Ésta entrevista es un intento de contar una forma de viajar y empaparse de mundo, una forma intensa de aventurarse en nuestro planeta en manos de un viajero español. O mejor, viajero nacido en España que según cuenta, no se siente extranjero en ninguna parte, y en cambio, se siente como en casa en muchos lugares del planeta.

Viajar como lo hace Antonio Aguilar implica estar movilizado por inquietudes más que por mapas (o mejor, por inquietudes situadas en un mapa), desplazarse sólo, haciendo autostop, livianísimo de equipaje (con una mochila como la que usamos alguna vez en el colegio), contar con presupuestos irrisorios y siempre, toparse con la hospitalidad en el lugar menos pensado. La idea, parece ser, es llegar bien lejos, encontrarse con lo distante y lo desconocido, internase en ese «otro mundo» que normalmente no sale en guías de viaje.

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Despidiéndome de los novicios del monasterio budista en que pernocté en la Birmania rural
Imagen: Despidiéndome de los novicios del monasterio budista en que pernocté en la Birmania rural

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Viajar de esa forma, puede incluir dormir una noche a mirando las estrellas desde un vagón de carga en el tren más largo del mundo (cruzando el Sahara mauritano); puede implicar aventurarse con el viejo método del autostop por Irak, hasta encontrarse con los “adoradores del diablo, o internarse en un país “invisible” o que no existe en los mapas. Viajar con ese estilo, puede sorprenderte con un pase por dos días compartiendo jornadas inolvidables en una de las últimas caravanas de camelleros nómadas.

Pero también, puede encontrarte en momentos a pura adrenalina, escapando de lo que intuías eran buenos anfitriones cerca de la frontera de Laos-China, que rato después de invitarte un té, te persiguen amenazantes machete en mano por unos sembrados. Son sólo algunas de las historias que se disparan en una serie de preguntas enviadas por mail a Antonio Aguilar.

Y Antonio lo cuenta con tanta naturalidad, que hace sentir que viajar de ese modo resulte el modo natural de viajar. Lo dice en su reseña en su blog Historias de nuestro Planeta:

“Cada vez que me echo la mochila al hombro, sediento de nuevas experiencias, siento que el viaje me da consciencia, que casi siento físicamente, de una pequeña pero nueva parte de mi, por ello mi aspiración es llegar a conocer todos los territorios de este planeta y, en consecuencia, a mí mismo.”

Sus relatos derriban cantidad de tópicos y prejuicios sobre la idea de explorar el mundo, incluso sobre el mundo mismo, o sobre como nos dicen que es. Sus historias, a menudo parecen de otro planeta. Me animo a decir, que con tanto ímpetu y decisión, tal vez algún día pueda sentir que todo ese “otro mundo” es parte de su enorme casa.

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Si hasta aquí llegaron, deberían estar intrigados por como viaja, por lo mucho que tiene que contar. La buena noticia es que hay mucho que leer, y otro tanto que aprender y repensar en sus respuestas :

1. Para empezar un viaje largo: ¿requiere mucha planificación o  sólo  dar ese famoso primer paso?

Mi opinión personal, que baso en mi experiencia, es que una vez dado el primer paso, el
resto viene solo. Viajando se aprende que las tantas preocupaciones que solemos tener de
antemano son innecesarias, y una vez en el camino, nos parecerán además de chiste…
Aparece un momento en que el viaje toma personalidad propia, y sientes que ni tú mismo lo
estás controlando, que es él quien te lleva a ti. Suelo decir que no estoy viajando hasta que
aparece  ese  punto.

“Bastantes  fronteras  hay  ya  en  el  mundo  como  para  ponerme  más voluntariamente…”

2. Y una vez en viaje ¿seguir una ruta muy planificada, o a donde lleve el camino?

Bueno, con ciertos  matices, es algo intermedio a ambos. Si tengo que volar, estoy ya
acotando de alguna manera la zona que visitaré, aunque una vez aterrizo, dejo que todo
fluya  libremente.  Bastantes  fronteras  hay  ya  en  el  mundo  como  para  ponerme  más
voluntariamente.

Todos  los  días  leo  libros  de  viajes,  historia,  religión  y  diarios  de  otros  viajeros,
(particularmente los de la antigüedad, que me encantan) por lo que me es sencillo esté donde
esté saber por dónde quiero ir y porqué. Además, pido siempre consejo a la gente local que
voy conociendo en el camino, pues son, qué duda cabe, quienes mejor conocen su región.

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En Tombuctú, rendí respetos a viajeros del pasado que me inspiraron, como Ibn Battuta, o René Caillié, en cuya casa aparezco en la foto

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3. ¿Cómo es en el día a día tu forma de viajar?

Suelo llevar poco equipaje, que consiste en aparte de lo puesto: un par de camisetas y
pantalones, ropa interior, una prenda de abrigo, útiles de aseo (peine, cepillo de dientes, y
dos botes pequeños con dentífrico y gel), una toalla pequeña que parece una bayeta, cámara
fotográfica de bolsillo y un teléfono, con sus respectivos cargadores, amén de  cuaderno y
bolígrafo para apuntar mis impresiones. Por las noches voy lavando la ropa sucia, y como
todo cabe en una mochila pequeña, de las que usaba cuando iba al colegio, siempre voy
ligero. La mochila además me sirve para apoyar la cabeza cuando duermo a la intemperie,
cosa  que  me  ocurre  bastante  a  menudo.

“…nunca viajo de vacaciones, ni para descansar, sino para seguir intentando
comprender el planeta en que nací, las leyes que lo rigen, y a sus gentes…”

Viajo para aprender de cómo se vive en las distintas zonas del mundo, y esto se traduce, en
esencia, en conocer a personas. Por tanto, mi “preocupación” consiste en buscar a quienes
creo  que,  por  su  sabiduría,  pueden  aportarme  conocimientos,  con  los  que  procuro  ir
resolviendo las dudas interiores que viajes y libros y las reflexiones que macero de ellos me
van creando. Así, nunca viajo de vacaciones, ni para descansar, sino para seguir intentando
comprender el planeta en que nací, las leyes que lo rigen, y a sus gentes.

Muchas de estas personas sabias las encuentro en monasterios, o en lugares dedicados a la
vida espiritual, como cenobios, ¡o hasta cuevas!, así que cuando viajo procuro pasar unos
días en ellos, sin importarme de qué religión sean, pues todas me parecen herramientas para
para  el  mismo  fin.

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Haciendo amigos en Gambia
Haciendo amigos en Gambia

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4. ¿Una lista de cosas que no se necesitan para viajar?

Lo único que es realmente fundamental para viajar es tener muchas ganas. El resto viene
solo. He conocido gente viajando con discapacidades físicas, en silla de ruedas, ciegos,
sordomudos, menores de edad, muy longevos, e incluso personas sin, literalmente, una
moneda en el bolsillo. A todos les unía la misma pasión por conocer el planeta en que han
nacido sin intermediarios.

“…he conseguido viajar largas temporadas con una economía irrisoria. Creo que el único secreto, si es que lo hay, es amar y sentir lo que se hace.…”

De forma más pragmática, con un pasaporte, algo de abrigo y un presupuesto escaso, pueden
cumplirse muchos sueños. El dinero es menos necesario de lo que a priori pueda parecer.
Uno  puede  desplazarse  en  autostop,  y  hasta  barco-stop.  Siempre  se  puede  dormir  en
estaciones, parques, hospitales, comisarias, o en casas de los amigos que se van conociendo
en el camino. Para comer, cualquier país, por caro que sea, tiene mercados donde comprar frutas y comidas básicas, que no suponen gran desembolso.  Evidentemente, no se tienen muchos lujos, pero así he conseguido viajar largas temporadas con una economía irrisoria. Creo que el único secreto, si es que lo hay, es amar y sentir lo que se hace.

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Ensimismado observando absorto la planicie de Bagan
Ensimismado observando absorto la planicie de Bagan

 

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5. Y buenos sustos te has llevado también..

Sí, no han sido pocas las veces que viajando he tenido sustillos, aunque siempre los he
considerado un cierto “peaje” que he debido pagar por poder conocer lugares remotos o
personas  fuera  de  lo  común.

Por ejemplo, la primera semana que pasé en India, estando en Cachemira, fui despertado por
un coche bomba. Al día siguiente, acabé desnudo en la calle con tres soldados apuntándome
con sus rifles al tomarme por un terrorista. Pero pocos después, estaba en un monasterio
budista cerca de la frontera pakistaní, donde compartí el modo de vida con los monjes
durante varios días.

“….nos echamos alguna risa, por lo que me sorprendió que poco después se levantasen, acercándoseme violentamente, machete en mano, voceando en laosiano. Asustado, sin entender nada, escapé por la ventana y empecé a correr, mientras me perseguían”

Aquella vez en la frontera de Laos-China, tras visitar unos poblados donde habitan unas
etnias que llevaba tiempo queriendo conocer, empecé a caminar siguiendo lo que intuía un
camino. Al fin de éste, seguí marchando, siempre en dirección Norte, por lo atractivo que
me pareció el bosque que atravesaba. Cayendo la tarde distinguí un asentamiento entre el
follaje, al que al acercarme espanté a los niños pequeños, hice salir a todos de sus chozas,
algunos  con  los  ojos  lagrimando.  No  compartía  idioma  alguno  con  ninguno  de  ellos,
evidentemente. Aún así, fui invitado a lo que supuse su manjar: arroz con intestinos de
gallina, servido en unas hojas enormes. Aquella noche, en que España se alzaba campeona
del  mundo  de  fútbol,  compartí  espacio  en  la  cabaña  del  jefe,  junto  a  su  esposa  y
descendientes.

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Con un monje en su pagoda, cerca de la frontera China, Laos

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Al  día  siguiente,  volviendo  (caminando  dirección  sur,  intentando  no
desviarme, para llegar a donde había partido), atravesé un campo de opio y entré a pedir
agua en una choza en la que escuché ruido, pues la del río cercano no me sabía bien. Amén
de agua, me dieron te, y con un inglés de garrafón hasta nos echamos alguna risa, por lo que
me sorprendió que poco después se levantasen, acercándoseme violentamente, machete en
mano, voceando en laosiano. Asustado, sin entender nada, escapé por la ventana y empecé a
correr, mientras me perseguían. Afortunadamente la dormidera que fumaban hizo bien su
efecto, y pude adelantarme rápidamente.

Sin embargo, la mayor sorpresa vino esa misma noche cuando, el monje que me acogió en su techo junto a la pagoda budista que velaba, me contó que aquel poblado en que había dormido llevaba treinta años aislado al haberse enfrentado a todos sus vecinos. Desde entonces nadie había entrado en él, ni ellos salido de él. Entonces entendí la peculiar atmósfera que veía el tiempo que compartí con ellos.

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En la choza de un jef de la etnia dogon, a quien pedí permiso para dormir en su poblado

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6. Pero viajar vale la pena…

“Mientras más viajo, por irónico o paradójico que pueda parecer, me doy cuenta de que
menos conozco el mundo, y las leyes que rigen su funcionamiento…”

He pasado alguna noche en el calabozo, enfermado de una malaria que muy a punto estuve
de no contar, casi detenido por colarme en zonas prohibidas sin los permisos necesarios, o
cerca de fracturarme algún hueso cuando el camello con el que crucé parte del Sahara
mauritano decidió empezar a brincar para hacerme saltar de la montadura, entre otras cuitas
poco habituales. Aún así, no soy capaz de explicar con palabras el cosquilleo que me
recorre  el cuerpo de pies a cabeza cuando, cada noche, todos esos momentos se evaporan en
el olvido, mientras repaso con la vista el mapa-mundi, recordando las tantas experiencias
gratificantes,  conversaciones   e  instantes  que,  marcándome  un  antes  y  un  después,
parecieron  justificarme  toda  una  vida.

Mientras más viajo, por irónico o paradójico que pueda parecer, me doy cuenta de que
menos conozco el mundo, y las leyes que rigen su funcionamiento. Además me apercibo
más de cómo de prejuiciada, dirigida y manipulada está la gran mayoría de la información
que a diario digerimos. Si se quiere conocer la realidad del planeta en que naciste, no queda
otra  que  echarse  la  mochila  al  hombro…

7 . ¿Cuáles son esos momentos, experiencias o lugares «impagables» que te brinda el
viajar?.

Haciendo autostop en mitad del Sahara mauritano, tuve suerte de cruzarme con una caravana de camelleros nómadas. Eran comerciantes de sal, y portaban con cuarenta camellos este elemento desde el océano al Norte de Mali, cruzando el desierto.Durante dos días monté con ellos, y llegando la noche, mientras unos preparaban el camello con arroz que comeríamos con la mano de un par de enormes bandejas comunales, otros alzaban una jaima que nos refugiaría de las tormentas de  arena.

Tras compartir yantar y mejor conversación con tan peculiares personas, quedé dormido  teniendo sobre mi uno de los cielos más estrellados que jamás he visto. Recuerdo aquella noche al raso del desierto, como una de las mejores de mi vida, en tan magnífico hotel de mil estrellas, y la enorme felicidad cuando me dejaron cerca de Chinguetti, donde me dirigía, al haber conocido a algunos de los  pocos  nómadas  que  siguen  poblando  el  planeta.

“..en las montañas que separan Senegal de Gambia, tuve suerte de compartir una tarde con una etnia que nunca habían visto una persona de piel blanca. Las miradas y gestos de todo el poblado justificaban la paliza que me costó llegar allí…”

En ese mismo viaje, en las montañas que separan Senegal de Gambia, tuve suerte de compartir una tarde con una etnia que nunca habían visto una persona de piel blanca. Las miradas y gestos de todo el poblado justificaban la paliza que me costó llegar allí. Cuando perdieron cierto miedo, tocaban mi ropa, mochila, y posteriormente cuerpo, como si viniera de otro planeta. Iba acompañado de un senegalés  que,  tan  impactado  como  yo,  permaneció  en  silencio  un  rato enorme.

“…no me interesa “coleccionar” países o territorios, sino conocerlos en profundidad e intensidad”

Recuerdo también con especial cariño las conversaciones sobre el sentido de la vida, la frugalidad de la misma, y la importancia de la introspección para el desarrollo personal en los ghats de la ciudad de Benarés, a orillas del Ganges. Allí dormía el tiempo que estuve en esta ciudad con un grupo de saddhus, esos santones y anacoretas místicos del induismo, que renuncian a todo placer o pertenencia  material  en  pro  de  una  vida  espiritual.

O despertarme al alba, y ver cómo el amanecer hace confundir los primeros rayos con las nieves  de la cordillera del  Himalaya, desde el techo de un monasterio, donde los monjes budistas practicaban meditación  ante  semejante espectáculo  de  la  naturaleza.

Y otras tantas, como colarme ilegalmente en el Tibet, atravesando los Himalaya a pie y durmiendo en cuevas. O adentrarme furtivamente, sin permisos, en la RASD, un país “invisible” que lucha por existir desde en el desierto del Sahara, o compartir un día con los yezidís en el Kurdistán Iraquí. Creo que viajar son las experiencias que se viven, y lo que éstas te aportan. Por eso, no me interesa “coleccionar” países o territorios, sino conocerlos en profundidad e intensidad.

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Mimetizándome en los fabulosos interiores de las pagdas milenarias birmanas
Mimetizándome en los fabulosos interiores de las pagdas milenarias birmanas

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8. ¿El mundo es distinto (y mejor) de la información  que nos llega?

La gran mayoría de la información que digerimos, proveniente de los medios de comunicación, está alineada con los intereses políticos del medio en cuestión. Incluso los documentales, a los que se supone  finalidad  educativa,  siguen  frecuentemente  guiones  pre-escritos,  y  acaban  por  ende mostrando lo que el espectador quiere ver. Desde que nacemos se nos inculcan prejuicios absurdos.

…“A poco que se viaje, se da uno cuenta de que “en los países de  Alá”,  la  acogida,  hospitalidad  y  amabilidad  de  sus  habitantes  es  superlativa…”

En Europa, por poner un ejemplo cualquiera, hay una corriente bastante grande en contra de los países islámicos y los adeptos de esta fe. A poco que se viaje, se da uno cuenta de que “en los países de  Alá”,  la  acogida,  hospitalidad  y  amabilidad  de  sus  habitantes  es  superlativa. Sin  embargo,  esto  no  significa  que  el  mundo  sea siempre  mejor.

Hay zonas  del  planeta  con constantes   conflictos  armados,  explotaciones  enormes  a  personas  o  patrimonio  natural, comunidades enteras viviendo con los más elementales derechos humanos arrancados, e incluso privados de su libertad,  entre otros problemas del mismo calibre. Siempre hay algún ente con poder, generalmente políticos o grandes empresarios, que extraen beneficio económico de ello, sea monetario,  territorial,  de  acuerdos  comerciales,  etc,  y  que  se  encargan  de  maquillar  hasta invisibilizar sus atrocidades. Y aunque todo esto sea, de forma “teórica” bien sabido, cuando estas cerca de esas zonas, o pones nombres y apellidos a quienes las sufren, la cosa cambia…

9. ¿Cuáles son los lugares que te sentís como en casa?

Pues no sé si seré un bicho raro, pero no tengo ningún lugar como ese. He vivido casi siempre en España (en distintas ciudades), y varios meses en Inglaterra y Turquía, y a todos puedo llamar “mi casa” con el mismo cariño. No suelo sentirme extranjero aunque viaje a otros países. Quizá, aunque nunca haya ido para hacer pausas, los pueblos diminutos perdidos en el Pirineo, sean mi lugar favorito de España.

10 . ¿En que te cambiaron los viajes?

Viajar te pone rápidamente en tu sitio: te enseña a relativizar, a entender que nada es realmente tan importante, ni dura para siempre. Que en esencia, todas las personas, no importa dónde se esté,  somos  bastante  parecidas.

Viajando, uno se expone a tantas circunstancias y situaciones, que te hacen avanzar más rápido  que  con  una  vida  convencional.  A mi  me  ha  enseñado  a  no  prejuzgar,  a  ser comprensivo, a empatizar, a comprender mis límites, a conocerme y apreciar todo lo que conozco, a luchar por mis sueños. Pero todavía soy joven, me queda mucho por viajar, y más aún que aprender y madurar.

 

Antonio Aguilar está ahora mismo en Sevilla,  en  Andalucía,  España. Y como no podíamos quedarnos con la intriga, que mejor que cerrar preguntándole sobre su próximo viaje:

Siempre estoy planeando viajes, es como una droga. En mi web Historias de Nuestro Planeta (
http://www.historiasdenuestroplaneta.com ) cuento algunos. Ahora he decidido parar un poco, pues tengo  un  proyecto  de  cierto  calibre,  que  requiere  permisos  especiales  bastante  caros,  y  ando ahorrando para poderlo materializar.

Si se han quedado con ganas de más (y en caso contrario), deberían ver éste vídeo documental y entrevista, disfrutar y escucharlo narrando algunos de sus viajes y vivencias:

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Si te ha gustado la entrevista, menéala.

Para seguir a Antonio Aguilar: en su blog Historias de Nuestro Planeta / en Twitter: @hntoplaneta / en su página en Facebook Historias de nuestro Planeta

Más entrevistas en nuestro blog.

11 comentarios de “«Bastantes fronteras hay ya en el mundo como para ponerme más voluntariamente»

  1. Elena dice:

    Espectacular esta entrevista. He descubierto la web de Antonio por recomendación de una amiga por instagram y tras ver su instagram y sobre todo su web, me he quedado encantada. Estoy escuchando charlas suyas por la radio a través de internet y tiene historias verdaderamente espectaculares. Estoy pensando en usaras en mis clases con mis alumnos.

    Me pregunto porqué no lo entrevistarán más veces, que hace ocho años de esta entrevista ya y seguro que hay muchas historias nuevas para contar.

    Bendiciones a todos y gracias a Antonio por la inspiración.

  2. Elena dice:

    Espectacular entrevista. En tiempos en los que tanta gente solo viaja para hacerse un selfie, es una maravilla poder leer a gente que vive aventuras solo por conocer la auténtica realidad de otros lugares del mundo, los que no salen en instagram ni van influencers. Acabo de ver la web de Antonio y tiene historias maravillosas. Ya tengo para leer esta cuarentena. Gracias

  3. martin dice:

    Esta entrevista es para imprimirla y enmarcarla por ahí. Deberían pasarla por todas las webs de viajes para que descubran a este chico y otra forma de viajar y ver el mundo, conociendo de verdad a su gente extraña y agradable.

    Es una maravilla, la lei dos veces y se las di a mis amigos e hijos que son maestros de escuela y universidad que la pusieron en sus clases y tambien de alumnos que se van a recibir.

  4. Melany dice:

    Gran Transeúnte, que con sus historias cada día me convenzo más de que tengo que aventurarme y ver más allá de lo que nos ofrece la llamada «realidad».

  5. correveidilee dice:

    Maravillada de la HUMANIDAD que desprenden estas acciones; de ese sentimiento de cercanía con la especie humana; de esas ansias de aprender y conocer; de cómo, cuando el amor es el motor, todo es posible

    Bravo

  6. El Corintio dice:

    Gran vida la escogida, muy sabia y plena..
    Cómo decían en la canción los grandes del «Combo Linga»…

    «Ligero de equipaje,
    cada día nací,
    yo no hice el viaje,
    el viaje me hizo a mí….»

    Salud y suerte.

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