Situado a 45 kilómetros al norte del oasis de Farafra, al oeste de Egipto, se encuentra el conocido como Desierto Blanco. El desierto tiene un color blanco-crema, y está salpicado de enormes formaciones rocosas de “tiza” modeladas por las tormentas de arena de la zona. Pero el desierto blanco, está acompañado no muy lejos del desierto negro.
El desierto Blanco:
Y el desierto negro:
Imagen annemarieangelo
1. El desierto Blanco
El paisaje del Desierto Blanco permite caminar entre las monumentales esculturas de piedra caliza, una experiencia increíble, sobre todo si programamos un atardecer con anaranjados rayos de sol acariciando las columnas blancas que parece que emergen de la arena:
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Transición
2. El desierto negro.
Muy cerca del Desierto Blanco, se encuentra el Desierto Negro, a 150 kilómetros de Farafra, una zona sin habitar y que sólo recibe visitantes que contratan viajes organizados al oasis de Farafra, el desierto blanco (que es bastante más pequeño). El desierto es de tierra color marrón-naranja, y menos negro de lo que suena su nombre. El negro, se ve sobre todo en los pináculos de las colinas. Sin embargo, no deja de ser un paisaje que parece de otro planeta.
El desierto, está salpicado de montañas que parecen volcanes, cubiertos de rocas negras:
Tanto a uno como a otro desierto, las excursiones se realizan generalmente en 4×4. El punto de partida, generalmente es Farafra, un pequeño poblado y oasis habitado principalmente por los locales beduinos.
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